Imagínate que estás en una boda en la que eres amigo de la novia, y ella te ha pedido que saques unas cuantas fotos que capturen la magia, la felicidad y el nivel etílico del momento. Empiezas a moverte con agilidad felina entre las mesas y las señoras
orondas, buscando el ángulo, analizando la luz, escudriñando con los ojos adiestrados de un fotógrafo experto... y cuando te parece haber encontrado el instante perfecto para inmortalizar el bodorrio de tu amiga, el gadget que llevas pegado al melón, Neurocam, decide que no, que es mucho mejor fotografiar al calvito borracho de la esquina flirteando con una camarera imponente. En realidad, no es que la Neurocam esté en época de celo, es que tu calenturienta mente te ha traicionado. Y Neurocam lo sabe, para eso la está leyendo continuamente...
La cosa es más seria de lo que a priori parece. La Neurocam es un prototipo de una compañía japonesa llamada neurowear, especializada en desarrollar dispositivos que se basan en información biológica como las ondas cerebrales o los latidos cardíacos. Una vez colocada en nuestra cabeza, la Neurocam se basa en nuestras ondas cerebrales para interpretar aquello que capta nuestra atención. Tras medir el posible interés y calificarlo en un rango de entre 0 y 100, aquello que supere 60 será capturado de manera automática en un GIF de cinco segundos de duración.
Posteriormente, se pueden compartir las capturas en las redes sociales. Al margen del indudable interés del proyecto de neurowear, son tentadores algunos usos más lúdicos y festivos como el de pasearse por una playa nudista con un grupo de amigos y amigas cargados de Neurocam y ver quiénes han sido capaces de sacar más instantáneas de la mar, las olas y los bonitos veleros, esquivando las impertinentes voces interiores que invitaban a fijarse en otros elementos del escenario.
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